Había una vez una niña llamado Lara que vivía en un pequeño pueblo en la montaña. A Lara le encantaba explorar el mundo que le rodeaba, y siempre estaba buscando nuevas formas de aprender y descubrir cosas. Un día, mientras jugaba en el bosque cercano a su casa, se topó con un río que bajaba por la montaña. Se quedó fascinada mirando el agua que fluía y comenzó a preguntarse cómo había llegado allí.
Intrigada por esta pregunta, Lara empezó a investigar y descubrió que el río había sido formado por la erosión del agua y del viento sobre las rocas a lo largo de miles de años. Esta revelación le sorprendió y le dio una idea: quería estudiar Geología para poder entender mejor el mundo que le rodeaba.
Así que, cuando llegó el momento de elegir su carrera, Lara decidió estudiar Geología en la universidad. Allí aprendió sobre la estructura de la Tierra, los diferentes tipos de rocas y cómo se forman los diferentes paisajes. También estudió el cambio climático y cómo la actividad humana afecta al medio ambiente.
Mientras estudiaba, Lara tuvo la oportunidad de hacer un viaje de campo a una región montañosa para realizar un estudio geológico. Allí, pudo ver de cerca cómo se formaban los ríos y cómo la erosión del agua y del viento había creado las montañas. También pudo ver cómo se formaban los minerales y cómo se utilizaban en la industria.
Una vez que Lara se graduó de la universidad, comenzó a trabajar como geóloga en una empresa de minería. Allí, utilizaba sus conocimientos para ayudar a encontrar y extraer minerales valiosos de la Tierra. También trabajaba en proyectos de conservación del medio ambiente y en la prevención de desastres naturales.
Aunque a veces se sentía cansada después de un largo día de trabajo, Lara estaba feliz de poder contribuir a un mundo mejor a través de su trabajo como geóloga. Y siempre recordaba con gratitud el día en que se topó con el río y comenzó su viaje hacia la Geología.
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